El cáncer de próstata es el tumor más frecuente del varón, aunque debido a su lento crecimiento su mortalidad está por detrás de la del cáncer de pulmón y de colon.
El cáncer de próstata, generalmente se desarrolla por un crecimiento maligno generalmente en la periferia de la zona prostática y en su estadio inicial no da síntomas. Sólo 1 de cada 9 varones con cáncer de próstata da síntomas clínicos. Si no se detecta, pues no se hace ningún control prostático, es factible que el tumor crezca, rompa la cápsula prostática e infiltre el cuello de la vejiga, las glándulas seminales o el esfínter.
La frecuencia del cáncer de próstata aumenta con la edad, y tiene más frecuencia si los padres, hermanos o abuelos lo han padecido. Los cambios celulares pueden empezar 10 o 20 años antes de que el tumor sea lo suficientemente grande, o dar síntomas o ser diagnosticado. En estadios más avanzados el tumor podría desarrollar metástasis.
Es de vital importancia diagnosticar el tumor en sus estadios más precoces, por lo que debe acudir a su urólogo para realizarse las pruebas necesarias.
Son varias las alternativas terapéuticas para el tratamiento del cáncer de próstata en sus etapas iniciales, de entre ellas la prostatectomía radical es la alternativa estándar por ser un tratamiento que ha demostrado ser eficaz.
El tumor vesical se produce por la proliferación incontrolada por un grupo de células transicionales en la mucosa de la vejiga.
El tumor puede quedar confinado a la mucosa o submucosa (80% de los pacientes), con una supervivencia superior al 90%, pero con una alta tasa de recurrencia, o puede infiltrar a la siguiente capa, el músculo. En función de la agresividad del tumor, podemos clasificarlos en tumores de bajo grado (poco agresivos) o tumores a alto grado (tumores más agresivos).
El tabaco triplica el riesgo de desarrollar cáncer de vejiga. También son grupos de riesgo los trabajadores de industrias como imprenta, hierro y procesado de aluminio, gas, tintes, pinturas y alquitrán.
En definitiva, la mayor parte de los tumores de vejiga pueden encuadrarse en estos tres grupos:
La hematuria (orinar sangre) es el hallazgo más común de los tumores vesicales. El aumento de la frecuencia miccional, escozor o urgencia miccional, podrían ser síntomas de un carcinoma in situ (CIS)
Para el diagnóstico utilizamos distintas exploraciones:
Su tratamiento básico es la Resección Transuretral Vesical (RTU) e instilaciones endovesicales posteriores en función de la histología del tumor. En casos de tumor infiltrante hay que aplicar tratamientos más agresivos como la cistectomía.
El cáncer de riñón representa alrededor del 3% de los cánceres diagnosticados en el adulto. Es más frecuente en el varón (relación 2:1). Hay varios tipos de tumores de riñón, y varios estadios de la enfermedad. Se debe tener en cuenta la función renal y la patología asociada que sufre el paciente, como puede ser la diabetes, hipertensión, así como sus antecedentes familiares.
Tenga presente que no todas las masas de los riñones son tumores malignos. Existen algunos tumores con carácter benigno como los quistes renales, los angiomiolipomas o los oncocitomas.
El tabaco se ha relacionado con un aumento de su incidencia, así como en pacientes con insuficiencia renal terminal y en el riñón poliquístico del adulto.
En la mayor parte de los casos, el paciente está asintomático en el momento del diagnóstico.
Los principales síntomas son la hematuria (sangre por la orina), y el dolor lumbar, aunque actualmente la mayor parte son diagnosticados de forma incidental mediante ecografía o TAC realizado por otro motivo de consulta diferente.
No es rara la aparición de hipercalcelmia, fiebre hipertensión o elevación de las enzimas hepáticas.
Se debe realizar un exhaustivo estudio, antes de proponer un tratamiento quirúrgico con una analítica y alguna de las siguientes pruebas: TAC o Resonancia Nuclear Magnética. Con dichas pruebas de imagen conoceremos su estadio tumoral (lo avanzado que está el tumor) y plantearemos, con un equipo multidisciplinar, el mejor tratamiento individualizado para usted.
El cáncer de testículo es una neoplasia poco común. Representa el 1-2% de todos los tumores malignos del hombre. Actualmente es el más frecuente en los varones entre 15 y 35 años. La prevalencia del cáncer de testículo ha aumentado en los últimos años, sin embargo, debido a que usualmente se puede tratar con éxito, el riesgo de que un hombre muera a causa de este cáncer es muy bajo. Las posibilidades de curación son muy altas cuando el diagnóstico se realiza de forma precoz.
La mayoría de los tumores germinales se originan en el testículo y menos del 10% en localizaciones extragonadales. La presencia de testículo no descendido (criptorquidia) aumenta su incidencia. Hay dos tipos principales de cáncer de testículo:
El síntoma principal del tumor germinal testicular (TGT) es el aumento del tamaño testicular, que suele ser indoloro. Se podría confundir esto con otras patologías o con abultamientos normales. En caso de duda, solicite un control preferente en la consulta.
El dolor lumbar es una forma de debut menos frecuente que, al no relacionarse directamente con patología testicular, produce diagnósticos tardíos.
Insistimos en la conveniencia de una consulta preferente en urología ante la presencia de un “bulto testicular”. En la consulta palparemos los testículos, haremos una ecografía y, si procede, solicitaremos una analítica para conocer los marcadores tumorales.
La primera maniobra terapéutica para todos los TGT es la orquiectomía reglada por vía inguinal. El tratamiento posterior depende de la histología (TGS o TGNS), estadificación y factores pronóstico presentes en cada caso. Si es necesario se dará Quimioterapia sistémica.
Se trata de una enfermedad poco común. La incidencia del cáncer de pene en Europa y EE.UU. es inferior a 1/100000 hombres, pero en países del tercer mundo supone hasta el 20% de la patología neoplásica del varón.
Hay factores de riesgo que pueden predisponer a la aparición del cáncer de pene como son la inflamación crónica del glande, la fimosis, la falta de higiene, la promiscuidad sexual (infección por condilomas o virus papiloma humano serotipos 11, 16 y 18), y el tabaco.
Una lesión ulcerada o una llaga crónica pueden ser las formas más frecuentes que adopta el cáncer de pene, por ello es imprescindible someterse a frecuentes inspecciones visuales. Una fimosis de larga evolución, que impide una correcta higiene del glande, o si padece balanitis de repetición, o si ha observado la aparición de una formación o lesión como las descritas anteriormente, debe acudir al urólogo para una evaluación adecuada.
El cáncer de pene se trata como la mayor parte de los tumores genitourinarios, depende del estadio y del grado tumoral; hay que abordarlos de manera multidisciplinar. Hay que determinar el correcto estadio de la enfermedad mediante pruebas de imagen, una biopsia o una exéresis quirúrgica y en algunas ocasiones es necesario el uso de quimioterapia asociada. Las técnicas quirúrgicas serán más o menos radicales dependiendo del tamaño y la profundidad que alcance el cáncer (penectomía parcial o total).
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